“La devoción más profunda no es la sumisión, sino el reflejo de un yo que se reconoce en el otro.”

La devoción aquí se redefine, alejándose de la idea de entrega ciega y proponiendo una conexión basada en el autoconocimiento a través del otro. Es ver en la pareja un espejo que revela aspectos de uno mismo, fortaleciendo la identidad a través de la unión.

Imagina dos artistas que, al observar sus creaciones, reconocen la huella de su propio estilo, pero también la influencia y la admiración por el trabajo del otro. El apego se convierte en un diálogo de identidades, donde cada uno enriquece la comprensión del propio ser a través de la mirada del amado.