“En el nido del enamoramiento, la vulnerabilidad es el hilo con el que tejemos la confianza.”

El momento en que dos corazones se encuentran en ese dulce enamoramiento es frágil y poderoso a la vez. Permitir que el otro vea nuestras imperfecciones, nuestras dudas, es un acto de fe que fortalece el vínculo. Es como un pajarillo que, al salir del cascarón, confía en el aire para volar, sabiendo que su fuerza reside en su propia ligereza y en la protección que el aire le brinda.