“El amor es la constelación que se forma al unir los puntos de las miradas cómplices.”

Las miradas compartidas, esas que comunican universos enteros sin pronunciar una palabra, son las estrellas que dan forma a la pasión y al cariño profundo.

Imagina el cielo nocturno, con miles de estrellas dispersas. Cuando dos personas se enamoran, sus miradas cómplices actúan como puntos luminosos que, al unirse mentalmente, trazan una constelación única y personal. El apego se fortalece en esos momentos de entendimiento tácito, donde un simple cruce de ojos puede decir "te veo, te entiendo, te amo".

Esta devoción silenciosa, esta conexión astral, crea un universo propio, un mapa estelar de afecto que solo ellos pueden leer.